top of page
Buscar

Mi tienda

Foto del escritor: Sara IrigoyenSara Irigoyen


Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. Isaías 54:2


Dios tiene planes únicos y perfectos para nuestras vidas. Este versículo del profeta Isaías ha resonado muchas veces en mi mente cuando Dios necesitaba “hacer sitio en mi” para que esos planes tuvieran cabida.

“Guía mi andar” es un clamor que he hecho muchas veces a Dios y he experimentado, que cuando lo pido de corazón, Dios me ha respondido y me ha guiado hacia Sus propósitos. La “guía” de Dios no se limita a indicarnos el camino, sino que nos prepara para poder caminarlo. Dios sabe si el camino va a ser muy empinado, muy rocoso o vamos a atravesar lugares gélidos, para ello nos equipa con el calzado adecuado, nos entrena para poder soportarlo y nos da el equipamiento para no morir de frío. Por eso hay muchas circunstancias en nuestra vida, momentos hacia donde Dios nos guía, para provocar cambios en nuestra perspectiva que nos equipan para lo que va a venir.

Tantas veces no he entendido estos momentos que Dios utiliza para equiparme con lo que necesito. Cuantas veces me he preguntado: "¿Por qué esta circunstancia tan compleja? ¿Por qué cerca de esta persona tan “especial”? ¿Por qué esta espera? ¿Por qué este lugar?… Pero he entendido que estos momentos están preparados por Dios para equiparme y prepararme para el camino que viene por delante.

Volviendo al ejemplo del profeta Isaías mi perspectiva en ese momento es de “una tienda” que se va a romper de la presión en cualquier momento, pero la perspectiva de Dios es hacer los arreglos precisos para que “mi tienda” tenga el espacio que necesita para lo que viene por delante.

Cuando Dios nos guía a estos momentos, podemos perder el beneficio que viene con ellos y no darles la importancia que tienen. En ocasiones me he sentido tentada a dejarlos pasar, evitarlos, o pasar rápidamente, y perder así todos los beneficios que trae consigo el ser guiado por y con Dios.

No obstante, estos cambios de perspectiva, estos llamados que nos hace Dios a “ensanchar nuestra tienda” a “extender las cortinas de nuestras habitaciones” muchas veces son dolorosos, parecen irracionales y sin sentido. Yo he tenido tantas veces la sensación de que “mi tienda” no estaba hecha para abarcar ese cambio de perspectiva, de que no iba a aguantar y se iba a romper, o que “las estacas” que la sostienen no iban a ser suficientes para soportarlo. Pero lo sorprendente es que cuando me fío de Dios, experimento que es Él quien me da los recursos, el material para extender mi “tienda” todo lo lejos que van esa nueva perspectiva o cambio; que es Él quien funciona como “estaca” que me da la firmeza para mantenerme y me asombra con todo lo que Dios puede abarcar cuando me dejo “ensanchar” y “guiar”.


Recientemente me ha tocado leer todas las instrucciones que dio Dios a Moisés cuando sacó al pueblo de Egipto. Se trata de varias páginas con instrucciones a Moisés para gobernar al pueblo, páginas que al principio no son muy deseables de leer, especialmente tras la emocionante salida del pueblo de Egipto. Las instrucciones no se limitaban únicamente a los diez conocidos mandamientos, sino que me recuerdan más a las normas civiles y penales que tenemos actualmente en la mayor parte de países de occidente; un conjunto extenso de normas sanitarias; y además contiene unos planos muy concretos, con materiales y medidas para hacer el tabernáculo de reunión. Estas instrucciones abarcan varias páginas dignas de un jurista, un médico o un arquitecto, y muchas veces me he preguntado por qué era tan extenso Dios en esta parte, tan concreto en las instrucciones. Creo que una de las razones, que seguro hay muchas más, es porque Dios necesitaba guiar a un ex-pastor de ovejas a gobernar a un pueblo de un millón de personas, con un millón de problemas, y necesitaba enseñarle a un hombre común como hacer un tabernáculo donde habitara el mismísimo Dios. Se trataba de tareas excepcionales para un hombre común, un hombre que no tenía aparentemente todas esas capacidades humanas para realizar una tarea ingente y que le superaba. Pero se trataba de un hombre obediente y manso que haría lo que Dios decía. Dios era tan detallista y concreto, y se paró tanto a dar órdenes porque lo necesitaban Moisés y un pueblo ex–esclavo que estaba llamado a conquistar naciones. La tarea a la que estaban llamados era ingente para hombres comunes, pero era un Dios inmenso, que sabía de su incapacidad y los iba a guiar con instrucciones concretas.

Dios, es un Dios de amor extraordinario con infinidad de recursos y bien para dar a esta tierra, pero necesita que nos dejemos “ensanchar” y “guiar” para abarcar todo lo suyo y que podamos dar el fruto esperado. Es mi temor el quedarme “escasa”, no dejando a Dios ejercer esa guía hacia lo extraordinario de su propósito y el bien que puede traer a esta tierra cuando me dejo guiar. Es todo un privilegio que Dios se pare a hacer de nosotros la “tienda” que tenemos que ser, que nos permita ser usados para sus propósitos abarcando su voluntad, pero el mayor privilegio y beneficio es que nos permita vivir CON ÉL en todo el proceso.



Comments


bottom of page