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Foto del escritorSalomé Mera Coveña

Burnout


Burnout. Es un término que escuché por primera vez cuando estudiaba la carrera. Se trata de un síndrome, del síndrome de Burnout, o lo que viene a decir “quemarse en el trabajo”. Fue algo que me llamó mucho la atención, ya que mientras te formabas ya te advertían de que era algo que podías padecer como profesional.


Al parecer las profesiones que más se ven afectadas por dicho síndrome son las que prestan servicios, sobre todo en el ámbito sanitario y social ya que “el objetivo de estas profesiones es cuidar de los intereses o satisfacer las necesidades del usuario, y se caracterizan por el contacto directo con las personas a las que se destina el trabajo” (P. Gil Monte y J. Peiró, Desgaste psíquico en el trabajo: el síndrome de quemarse, Madrid. Síntesis Psicología, 1997, p.16).

A lo largo de la práctica de mi profesión, que no es mucho tiempo porque soy muy joven aun =), he escuchado de estos casos, y lo que afecta a estos profesionales son tanto factores personales como del contexto laboral y social en que se encuentran.

no perdéis la esperanza?

¿Y vosotros no perdéis la esperanza?

Hace poco, alguien con un gran recorrido y experiencia en el ámbito social nos preguntó a una compañera y a mí: “¿Y vosotros no perdéis la esperanza? Porque nosotros a veces la perdemos…” Esta profesional que nos hacía esta pregunta y afirmación lleva toda una trayectoria laboral trabajando para que la realidad social de muchas personas en situaciones muy complejas cambie. Invirtiendo mucho para que en ocasiones no se obtengan los resultados deseados. Ante esta cuestión nuestra respuesta parecía un tanto superficial y sobrada de optimismo: “No”.

Yo, personalmente, me he preguntado a mí misma cómo es que los profesionales de este centro llevan tantos años atendiendo tantos casos y que aun así el equipo que empezó este proyecto se mantenga a los largo del tiempo y lo haga con tanta motivación. Me sorprende ver cómo las personas más implicadas en la intervención directa hacia los usuarios sigan haciéndolo con la misma frescura del primer día, e incluso con mucha más pasión por lo que hacen. Verdaderamente me admira ver cómo ese compromiso de servir a cualquiera que lo necesite no solo lo mantienen sino que nos lo transmiten a los que nos vamos incorporando al equipo. Es sorprendente ver cómo literalmente dan sus vidas trabajando arduamente por otros y quizás esto no sea valorado por la persona receptora, siendo a veces una inversión inútil y no se cansen por ello.

Es de destacar que el ambiente laboral en el que se trabaja es muy bueno, es toda una maquinaria que diariamente, muy bien engranada y engrasada procura ir en la misma dirección, hacia un objetivo común, apoyándose unos en otros como una verdadera familia. Este ambiente familiar además inspira a las personas que son atendidas, que se comprometen con sus programas, con sacar sus propias vidas adelante y logrando así ser ellas las que inspiran a los que empiezan su andadura en recuperación de sus vidas…

el favor de Dios

En cuanto al contexto social, no hay mucho que decir… Desde el principio, en medio de dificultades de todo tipo, sin tener muchas veces el apoyo institucional, económico, ciudadano, etc. ha sido un equipo luchador, que se ha hecho fuerte ante las dificultades.

Creo que a nivel personal lo que mantiene a este equipo tan comprometido a lo largo de tantos años es que imitan al más comprometido con los necesitados, a Cristo, Él sí que no se cansa. Esto genera a todo el que viene al Centro para ser atendido y quiere salir adelante toda una atmósfera saludable para que cumplan con su objetivo. Y finalmente, en cuanto a la realidad social que nos rodea, es el favor de Dios el que hace posible que sigamos haciendo nuestra labor a pesar de las complejidades que se puedan presentar. Así no se acaba “burnout”.

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