En los últimos meses, estamos escuchando algunas noticias difíciles de entender. El otro día, hablando con mi hijo mayor tuvimos la necesidad de explicarle algo que les había sucedido a unos amigos queridos. Al final de mi explicación se quedó muy serio y me preguntó por qué les había sucedido algo así si Dios estaba con ellos. Esa pregunta me recordó a esos años en los que pensaba que si creía en Dios, si le entregaba mi vida todo iba a ir bien. A veces, pensamos en Dios como una especie de “amuleto” que podemos llevar en el bolsillo para que los exámenes nos salgan bien, esas imágenes que se colocan en los coches para ser librados de accidentes, etc. un evangelio centrado en nosotros. Últimamente, nos ha tocado ver a personas que estaban pasando por una situación difícil y me he quedado impactada al ver la fe de ellos, la confianza absoluta en Dios a pesar de no ver lo que ellos esperaban.
Hace muy pocos días un querido amigo nos transmitía como podía ver “¡Cuanto le amaba Dios!" en medio de una circunstancia que aparentemente no era buena, y nos lo contaba con gozo. Algo que no se puede comprender humanamente, algo que no se puede aprender en los libros de autoayuda, ejercicios de meditación y un largo etcétera, es sobrenatural poder reaccionar así ante las adversidades de la vida, que es cierto que vienen tanto sobre justos como injustos.
La diferencia quizás radique en quien pongamos nuestra confianza y si la mantenemos hasta el final. Aprender que es mejor confiar en Dios que confiar en el hombre.
Quiero acabar rescatando alguna estrofa de una canción que hemos aprendido recientemente
y que es de gran bendición:
“Es Rey, si ruge el mar es Fiel
En la tormenta, exaltado
Sobre todo es Rey…
Contempla, digno de confiar
Fiel a su promesa, siempre aquí está…
Nos sostienes en tormentas
¡No te moverás!, ¡No te moverás!"
Comments