El Guía
- Margarita Montes
- hace 7 días
- 3 Min. de lectura
Hace muchos años, oí por primera vez en televisión, una entrevista realizada a un esquiador ciego. ¿Cómo es posible tal proeza? Preguntó el entrevistador . A lo que respondió el esquiador: Sería imposible conseguir esto sin la ayuda de mi instructor.
He intentado recuperar esta historia, y durante su búsqueda he encontrado otras hazañas parecidas, de personas con las mismas limitaciones, que han conseguido patinar, escalar, montar en bicicleta, etc. Cada uno de ellos, sin excepción, declaró lo mismo: Que si no fuera por su instructor, no lo hubiesen conseguido. También encontré estos artículos que decían: “Estas historias a menudo presentan la figura del instructor como un pilar fundamental, ya que, (en palabras de uno de los testimonios) un atleta con discapacidad visual necesita confiar plenamente en su guía y seguir sus instrucciones al pie de la letra”. Comenta el periodista: La prodigiosa historia del esquiador invidente y su guía. La relación entre el esquiador paralímpico, Jon Santacana, y su guía, Miguel Galindo. Un relato inédito del alto coste de sus triunfos y de la intensidad de su vínculo. Se movían y parecían la misma persona.

Este es el artículo más parecido a aquella entrevista a la que hago referencia. Y esta es la vida del que sigue a Jesucristo. Se forma un vínculo indestructible y una Vida Nueva fluye. Lo que antes era imposible, ahora es posible. Jesús nos habla de lo importante que es vivir unido a Él: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” Palabras de Jesucristo. (SAN JUAN 15:1, 4-5 ) Y esto es lo que toda persona necesita, ya que nacemos ciegos a la vida que Jesús nos anunció. En esta ceguera, el mal se mueve a sus anchas, ya que no se distingue el Bien del Mal. Al Mal se le dice: ¡Es Bien! y al Bien se le dice: ¡Es Mal! Y entonces comienzan las atrocidades, las guerras, las matanzas, las venganzas, la envidia, los celos, la maledicencia, etc..Y nos encontramos viviendo en un mundo enfrentado, con guerras, hambrunas, divorcios etc.. Nos escandalizamos del mal que hacen unos, pero justificamos el mal que seguimos haciendo nosotros. Y así, generación tras generación.
Y nos preguntamos: ¿Dónde está la salida de este circuito imparable del mal que nace en el corazón de cada uno de los seres humanos, para recorrer la tierra y robar, matar y destruir todo lo que encuentra a su paso sembrando confusión y desorden?. Jesucristo es la única salida de la ceguera y de este mal. Él es la Luz del mundo. Jesucristo vino para traernos Buenas Noticias. Hay Esperanza. Es posible no morir en nuestros delitos y pecados. Es posible “Vivir bajo la mirada del que todo lo ve y todo lo puede.” Él es nuestro instructor. Nuestro Maestro inseparable. Puedo ver la vida a través de sus ojos, Su Palabra alumbra mi Entendimiento entenebrecido. Y puedo caminar en medio de la oscuridad (situaciones difíciles) como si fuera el medio día. Me puedo mover al son de su voz. Soy una nueva criatura.
Todo aquel que en Él cree, no se perderá sino que tendrá vida eterna.
Amós 5:4 Buscadme, y viviréis. “Dice el Señor”
Comentarios