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  • Marzio Troncone

IDENTIDAD DEL CIELO

¡Todos tenemos una identidad! Al hacer esta afirmación seguramente nos viene a la mente todas aquellas características que nos identifican: nuestra cultura, nuestros valores, nuestra nacionalidad, nuestros pensamientos y sentimientos, las relaciones, las informaciones personales etc.

Pero ¿Son todas estas las características que verdaderamente nos definen? Una definición de identidad del diccionario dice lo siguiente:


La identidad es el conjunto de rasgos o características de una persona o cosa que permiten distinguirla de otras en un conjunto.


Esta definición nos permite decir que la identidad no es algo que hemos ganado o que nos hemos merecido, pero si es algo que adquirimos desde que estábamos siendo formados en el vientre de nuestra madre y que es de muchísima importancia para nuestra vida.


Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre.

Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado,

Y mi alma lo sabe muy bien. Salmo 139:13,1



En el último viaje que hicimos a Italia, hacían ya 2 años que no íbamos, pudimos experimentar algo que a lo largo de estos años no habíamos vuelto a experimentar. Se trataba de una serie de colores, sabores y formas que enseguida nos permitieron reconocer el lugar donde habíamos llegado, pues todo tiene una identidad inconfundible y bien determinada, toda cosa y todos los seres vivos. Reflexionábamos con mi esposa como efectivamente había alguna comida o edificio que nos hablaban indiscutiblemente de la identidad de esa tierra. De esta misma manera Dios ha creado todo a través de su palabra y ha llamado todo a la existencia y le ha puesto una identidad que tiene marcas determinantes que hablan del creador. Así como las obras de arte tienen marcas características del pintor o como las grandes obras de construcción tienen marcas del arquitecto que las diseño, de la misma manera nosotros también llevamos marcas evidentes de nuestro creador, que hablan de su grandeza y poder y que constantemente nos dicen que no somos fruto de la casualidad.


El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder… Hebreos 1:3

Dios sostiene todo el universo con el poder de su palabra, desde las inmensas galaxias hasta las pequeñas células que nos forman, pasando por los átomos y todas las partículas subatómicas que constituyen la materia y a nosotros mismos ¡Todo se rige por el poder de esta palabra! Y no solo se rige, funcionan en unanimidad para cumplir el propósito para el cual han sido creados, en obediencia a las palabras que Dios les ha ordenado de cumplir. Mientras estás leyendo todo esto, se está cumpliendo. Procesos químicos, físicos, mecánicos que nos permiten vivir porque así Dios lo ha establecido, y cada molécula, átomo y hasta nuestro ADN tiene sellado en su ser la marca que Dios es el autor de nuestra misma vida.


Pensando en todo esto y volviendo a la pregunta principal de "¿Qué es lo que verdaderamente define nuestra identidad?" sin duda alguna contestaría que nuestra identidad es del cielo y que no es un conjunto de características que solamente reflejan nuestro ser. Es el reflejo del autor de la vida, que es Dios, el cual nos da esta identidad inmerecida al crearnos de la nada. Y a través de Cristo y de Su sacrificio en la cruz, nos concede una oportunidad, a nosotros, los necesitados y perdidos de esta sociedad, que en nuestra confusión nos habíamos olvidado de nuestra identidad.

Tal y como el sol que ha sido creado y puesto para iluminar la tierra y poner así una diferencia entre la noche y el día y que a través de la energía irradiada determina el clima de la tierra y sustenta muchas formas de vida, por la identidad que se le ha dado puede cumplir este gran propósito.

De igual manera nosotros podemos cumplir el gran propósito para el cual hemos sido creado.


Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia. 1 Pedro 2 - 9:24

Esta es nuestra identidad, realmente somos, linaje escogido por Dios, pueblo suyo, nación santa, apartada por Él, con el gran propósito de anunciar las grandes virtudes de Dios, que nos llamó de tinieblas, a su luz admirable, para traer esperanza a una sociedad que está en medio de tinieblas.

Dios nos ha dado su identidad para que habiendo alcanzado misericordia, hagamos lo posible y lo más sencillo, obedecerle. Y en medio de nuestra obediencia Él hará lo imposible… cambiará esta tierra.

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