top of page
Buscar
  • Foto del escritorIñaki Lapetra

La imprescindible escuela de la dificultad

De todos es conocido y admirado el espíritu de lucha que tiene el tenista español Rafael Nadal; alguien que sin las capacidades tenísticas tal vez de alguno de sus más directos rivales, ha llegado a ser el tenista más laureado de la historia hasta el momento. Lo que yo desconocía de su historia hasta hace poco es que Rafa Nadal es un diestro que juega con la izquierda (por consejo de su entrenador con el fin de ganar ventaja sobre los diestros, más abundantes que los zurdos), y que padece desde el año 2005 el Síndrome de Müller-Weiss, lesión crónica en un pie que sufrió al comienzo de su carrera tenística a los 18 años. Debido al empeoramiento de su lesión fue operado a finales de 2021 de esta dolencia para paliar, no quitar, el dolor con el cual ha jugado los últimos 17 años.


Apenas 2-3 meses después de regresar a las pistas después de dicha operación se presentó en el Open Australia en enero de 2022, uno de los 4 torneos de más importancia a nivel mundial que se celebra cada año. Fue pasando rondas, hasta la final contra todo pronóstico. En la final, perdiendo contra el favorito, 2 sets abajo y 0-40 al saque, apareció un dato demoledor calculado por un ordenador acerca de la probabilidad de derrota de Nadal en este partido: 96%. Es decir, cada 100 partidos en esa situación, solo ganaría 4. Sin embargo, siguió peleando contra la adversidad, ganó ese juego, el set, empató el partido a 2 sets, y finalmente ganó el 21º Grand Slam de su carrera (con 35 años), lo nunca conseguido por nadie hasta la fecha (recuerdo, un diestro jugando con la izquierda, y lesionado crónico). Al tiempo leí un artículo que escribió su tío y ex-entrenador Toni Nadal acerca del logro conseguido por su sobrino días atrás. Me llamó poderosamente la atención ciertas cosas que decía y la similitud con la actitud que debo afrontar las dificultades que ocurren en la vida. Adjunto un extracto del mismo:


En muchas ocasiones me he preguntado, no tanto por qué Rafa Nadal es capaz de actuar así, si no por qué no lo hace de esta misma manera la mayoría de la gente que aspira a conseguir algún logro importante en su vida. Yo entiendo que cuando uno toma una decisión así asume la dificultad y el reto que todo ello conlleva y presupongo, a su vez, que estará interesado en hacer todo lo necesario para alcanzarlo. De ahí mi sorpresa cuando constato que eso no sucede de forma habitual. Y mi creciente desazón cuando comprendo que ese modo de actuar se da en todos los ámbitos y no solo en el tenístico o deportivo. En mi amplia experiencia dentro de la formación tenística he ido comprobando cómo se han acentuado en los jóvenes la frustración, el hastío y el abandono enseguida de algo que les turba o no les sale inmediatamente como desean. Las nuevas generaciones necesitan en una medida cada vez más creciente que los entrenamientos sean divertidos, que las recompensas sean inmediatas y que se les aplauda el más mínimo avance.

Normalmente se frustra aquel que tiene una opinión de si mismo demasiado elevada. Cuando crees que solo tienes derechos, que las cosas en la vida tienen que ser fáciles. “Por eso opté por No ponerle las cosas fáciles a Rafa. Para tener una buena actitud frente a la dificultad tienes que tener un carácter bien formado. “Ahora queremos proteger tanto, que acabamos desprotegiendo. Todo lo que facilita, debilita. Así que si se espera  que todo salga a pedir de boca, no vas a estar preparado”.

Y volviendo al por qué Rafael se ha escapado a todo esto y es capaz de actuar como actúa, mi respuesta es sencillamente: porque se acostumbró a ello. No concibo otra manera de hacer. Nunca vi en un examen, al menos no me ocurrió a mí, que alguien pudiera contestar aquello que no había estudiado. Mi sobrino se preparó durante muchos años, prácticamente durante toda su vida, para afrontar la dificultad. Por eso, yo fui un entrenador muy exigente, poco complaciente, muy poco dado al halago y, por tanto, consecuente con el camino elegido. Mi sobrino tenía la obligación, inculcada por mí al principio, asumida por él después, de no quejarse, de entrar en la pista cada día con buen ánimo, de aceptar que las cosas no salen bien de inmediato y de asumir la dificultad tanto física como mental. Él aceptó la exigencia, absolutamente todos los días de todos los años que entrenó conmigo, de entrar con buena cara en la pista, de no romper una raqueta (signo de desánimo), de entrenar más tiempo del previsto, de no quejarse jamás y de pegarle a la bola, cada vez, lo mejor que pudiera. Pero, sobre todo, de entender y aceptar que aunque hiciéramos todo esto, no necesariamente las cosas saldrían bien.

Él creció escuchando y, especialmente, asimilando toda una serie de frases que le repetí

incansablemente: “Si no eres capaz de derrotar a tu rival, al menos no le ayudes a que él te venza”.

“Hacer todo lo que toca no nos garantiza el éxito; no hacerlo, casi con toda seguridad, nos garantiza el fracaso”. “Cuando luchamos en una situación totalmente adversa, casi siempre acabaremos perdiendo; pero habrá un día que conseguiremos darle la vuelta a la situación. Y ese día justificará todos los anteriores”. “Es muy difícil dominar la pelota si tú no eres capaz de dominar tu voluntad”. Todas estas frases, y algunas más, Rafael las interiorizó y las aplicó constantemente.

A veces, me han atribuido cierto mérito en la forma de actuar de Rafael. Sin falsa modestia, no es así. Decirlo es muy fácil. El mérito es única y exclusivamente de él, porque estuvo dispuesto a obedecer, primero, y a interiorizar y a aplicar después.

Independientemente del número de títulos conseguidos, yo he visto antes este espíritu de lucha, esta concentración y esta fe inquebrantable en la victoria en otros pocos jugadores. Lo inquietante es, sin duda, que hoy en día esto sea un hecho excepcional.


Este ejemplo, aunque imperfecto, descubría en mí que muchas veces soy incapaz de tener la

determinación que algunas personas tienen para cosas pasajeras, para títulos que se quedarán en la tierra, y que ante las dificultades, en vez de atreverme a caminar sobre las aguas, me hundo en mis dudas por quitar la mirada de Dios. Gracias doy al Señor que aun allí Su brazo es el que me saca a flote en medio de mi incredulidad. Tantas veces bajo la mirada por las luchas, cuando Jesús ya nos advirtió que el camino sería angosto, pero que Él lo caminaría a nuestro lado; se me olvida que Dios nunca dijo que la vida en santidad sería fácil; él solamente dijo que valdría la pena vivirla.

A diferencia de Rafa Nadal, no tenemos un tío imperfecto por entrenador, tenemos a un Dios

Todopoderoso como Padre, que nos lleva siempre en triunfo. Es más, no tenemos a un entrenador unas horas al día a nuestra disposición. Tenemos al Espíritu Santo dentro de nosotros 24 horas al día los 7 días de la semana para ayudarnos en nuestras debilidades y guiarnos en las dificultades que encontremos. Y precisamente porque Dios nos ha llamado de entre lo vil y lo menospreciado, podemos confiar que Su Gracia es la que nos sostendrá y ayudará en todo momento de dificultad.

Por todo ello, me seguiré esforzando en esa gracia, pues no ha sido en vano para conmigo, para ganar el partido de esta vida y recibir el galardón que Dios tiene preparado para los que le aman, con el deseo de escuchar de Su voz: bien buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu señor.


Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Hebreos 12:7

571 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page