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  • Foto del escritorRebeca Viedma

La luz vence las tinieblas

Hoy en día, como nunca antes, podemos ver una guerra abierta entre la luz y las tinieblas. En esa guerra estamos todos, los que creen y los que no, los que son conscientes de ella y los que no lo son, estamos todos. Lo única que nos diferencia son las condiciones en las que estamos: vencidos o venciendo.

En medio de esta batalla este Centro es como un hospital de guerra donde llegan las

personas medio muertas, heridas en el alma, en la mente, heridas por tanto mal y tanta oscuridad. Vencidas por las drogas, por la pornografía, por el resentimiento… Un lugar donde las personas pueden ser sanadas, restauradas y donde por la gracia de Dios aprenden a batallar pasando del bando de los vencidos al de los vencedores, del bando de los heridos al de los que Dios usa para sanar a otros.

Hay una frase que sale en una de las películas favoritas de mi hijo. Cuando en un momento los protagonistas están luchando con una oscuridad terrible que estaba llevándose a las personas, preguntan a un sabio: "¿Cómo venceremos la oscuridad?" A lo que el sabio les responde: "Para vencer la oscuridad de ahí fuera, tenéis que vencer primero la de vuestro interior."

En realidad todas nuestras vidas han sido derrotadas por la oscuridad de ahí fuera de una u otra manera. Las tinieblas de fuera nos han vencido cuando han encontrado un aliado en las tinieblas que hay dentro de mi. De eso tratan estas casas, son un mesón en el camino, un lugar donde Dios trae Su Luz, que opera poderosamente un cambio profundo y real en nuestro interior. Un lugar preparado para curar y restaurar todo lo que hay en nuestro interior y capacitarnos con las armas para poder resistir en el día malo.

Ver y participar de todo el proceso que Dios hace en las vidas para llevarnos a vencer es un tremendo privilegio. Cada uno de nosotros está en una parte de este proceso. Los que están siendo sanados, los que están siendo entrenados, los que están siendo usados… Es un regalo ver como Dios usa estas casas para hacer una preciosa y bendita obra en cada una de nuestras vidas. Donde pasamos de ser vencidos a vencedores. Donde pasamos de engrosar la lista de medio muertos en la batalla, a ser esos soldados eficaces en la lucha para cuidar y defender a otros.


Al pie de la colina

Una pequeña sombra se inclina

Es la sombra del soldado

Batallando en la colina


Veo la bandera

Ondeando con fervor

De la mano del soldado

Que la lleva con honor


En su mirada el brillo

De la entrega y la pasión

En su boca la alabanza

De la fe y la devoción


Su corazón henchido

Lleno de valor

Sus rodillas se doblan

Tiemblan a su Señor


Levanta su rostro

Se afirma con pasión

Levanta su espada

Con determinación


Avanza a la batalla

Con coraje y valor

Pelea con destreza

Mirando a su Señor


Ya no estima su vida

Como algo de valor

Ha encontrado una perla

Más preciada en su Señor


Pelea mirando la meta

Anhelando el galardón

Anhelando el día que oiga

Soldado, entra en el gozo de tu señor.

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