“Dios tiene en el Cielo su trono, sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos
de los hombres”
(Sal. 11:4)
(Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. Lucas 10:31-35)
Leía algo que dijo Martin Luther King que me hizo pensar, decía lo siguiente: La
primera pregunta que hizo el sacerdote y el levita fue: “Si me detengo a ayudar a este
hombre, ¿Qué va a pasarme a mí?” Pero el buen samaritano invirtió la pregunta: “Si
no me detengo a ayudar a este hombre, ¿Qué pasará con él?”
Continuamente me siento confrontada por personas que ante la necesidad de alguien
o algo, no se cuestionan de qué manera les afectará, si les quitará tiempo, si afectará
a su familia, a su trabajo, a su economía, a su necesidad de descanso… simplemente
hacen lo que creen que tienen que hacer.
Creo que esto es así por dos razones:
1. En primer lugar, porque son seguidores de Jesús, caminan en pos de las
huellas que dejó el Maestro y caminando en obediencia, el carácter del mismo
Jesús se implanta día a día en sus corazones, siendo misericordiosos con los
necesitados e inflamándose en ellos la compasión; entonces se hacen la
pregunta: “Si no me detengo a ayudar a este hombre, ¿Qué pasará con él?”
2. Y en segundo lugar porque han conocido a Dios de verdad, han gustado Su
amor, han recibido Su Paternidad en el corazón y le sirven como hijos a Padre;
en definitiva, porque hay verdadero temor de Dios en sus corazones, saben
que la decisión que tomen va más allá de ayudar al necesitado porque lo que
hagan o dejen de hacer tiene trascendencia eterna, y entonces se hacen la
pregunta: “Si no me detengo a ayudar a este hombre, ¿Qué pasará conmigo?”
Los hijos de Dios que hemos decidido servir a otros necesitamos vivir con mentalidad de eternidad “Porque somos hechura de Dios creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica” (Efe. 2:10).
Y además “Nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar” (1ª Tim. 5:7)
“Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los
hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia,
porque a Cristo el Señor, servís” (Col. 3:23-24)
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