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Foto del escritorMaricarmen Sotés

¿Qué pasará conmigo?

“Dios tiene en el Cielo su trono, sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos

de los hombres”

(Sal. 11:4)


(Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. Lucas 10:31-35)


Leía algo que dijo Martin Luther King que me hizo pensar, decía lo siguiente: La

primera pregunta que hizo el sacerdote y el levita fue: “Si me detengo a ayudar a este

hombre, ¿Qué va a pasarme a mí?” Pero el buen samaritano invirtió la pregunta: “Si

no me detengo a ayudar a este hombre, ¿Qué pasará con él?”

Continuamente me siento confrontada por personas que ante la necesidad de alguien

o algo, no se cuestionan de qué manera les afectará, si les quitará tiempo, si afectará

a su familia, a su trabajo, a su economía, a su necesidad de descanso… simplemente

hacen lo que creen que tienen que hacer.


Creo que esto es así por dos razones:


1. En primer lugar, porque son seguidores de Jesús, caminan en pos de las

huellas que dejó el Maestro y caminando en obediencia, el carácter del mismo

Jesús se implanta día a día en sus corazones, siendo misericordiosos con los

necesitados e inflamándose en ellos la compasión; entonces se hacen la

pregunta: “Si no me detengo a ayudar a este hombre, ¿Qué pasará con él?”


2. Y en segundo lugar porque han conocido a Dios de verdad, han gustado Su

amor, han recibido Su Paternidad en el corazón y le sirven como hijos a Padre;

en definitiva, porque hay verdadero temor de Dios en sus corazones, saben

que la decisión que tomen va más allá de ayudar al necesitado porque lo que

hagan o dejen de hacer tiene trascendencia eterna, y entonces se hacen la

pregunta: “Si no me detengo a ayudar a este hombre, ¿Qué pasará conmigo?”


Los hijos de Dios que hemos decidido servir a otros necesitamos vivir con mentalidad de eternidad “Porque somos hechura de Dios creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica” (Efe. 2:10).

Y además “Nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar” (1ª Tim. 5:7)

“Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los

hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia,

porque a Cristo el Señor, servís” (Col. 3:23-24)

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