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Marzio Troncone

Todo tiene un Propósito

Hace un tiempo trabajaba en un laboratorio de química y microbiología en una ciudad del norte de Italia. Normalmente en mi rato de descanso avanzaba en algún proyecto de investigación personal. Un día de esos, mientras estaba observando al microscopio las bacterias y los protozoos que habitan dentro del filtro de un acuario, me quedé fascinado de lo que pude encontrar en algo que aparentemente estaba muerto e inanimado, como puede ser el material filtrante de un acuario.

Estos filtros están normalmente constituidos con esponjas, cerámica, piedras, algodón y restos orgánicos, algo que en otros contextos quizás ni me hubiera fijado. Lo que se podía observar era un sistema complejo de estructuras porosas que hospedaban cada una de ellas familias de microorganismos específicos que sin descanso trabajaban en purificar el agua de sustancias que resultarían tóxicas para plantas y peces. La estructura inanimada que constituía el filtro estaba hecha de un material especial, capaz de crear zonas de turbulencias y zonas de calma en el flujo de agua que lo atravesaba y esto permitía la separación de partículas en suspensión en el agua que de otra forma serian prácticamente inaccesibles a los microorganismos. También la porosidad del material cambiaba al variar la profundidad pasando de un diámetro de poros mas grandes en la superficie para llegar a un diámetro muy pequeño en la parte mas profunda del filtro. Todo esto sumado a muchísimas variables químicas y físicas, de modo que el filtro pudiese desenvolver una sencilla función: Filtrar el agua

Realmente desde ahí empecé a ver la complejidad que tiene aún lo más sencillo y cómo es extremamente fundamental que todo en su forma y estructura coopere bien. Esto es solo posible únicamente obedeciendo al propósito con el cual cada cosa ha sido pensada, diseñada y creada.


Claramente todo tiene un propósito y no existe nada en el universo que no lo tenga. Si nos esforzamos en pensar o en buscar algo que aparentemente no tenga propósito nos quedamos decepcionados porque realmente todo lo tiene. Hasta un granito de arena o de polvo. Dios creó todo con un propósito bien definido y aun observando superficialmente, sin usar ningún tipo de microscopio, podríamos ver como todo funciona y está perfectamente encajado.


Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día... Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno... E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche

Génesis 1:3-16


Es evidente y diría con certeza científica, que ni el hombre ni la casualidad es capaz de implantar en cada átomo y partícula subatómica un propósito y luego hacer que estas últimas obedezcan literalmente formando asi todo un sistema armónico que en sencillez obedece a lo que su creador ha dicho que tengan que hacer.


Entonces visto el hecho que no existen cosas sin propósito...

¿Por qué se escucha tanto la expresión vivir una vida sin propósito? ¿Es realmente posible vivir sin propósito? ¿Se ha equivocado Dios? ¿El propósito de Dios tiene fallos?

Realmente muchas personas en la vida llegan a hacerse estos tipo de preguntas pero tristemente, por varias circunstancias, acaban enfocando la respuesta en que probablemente lo que está mal es el propósito o quien lo hizo. En resumen siguiendo el hilo del filtro, si los microorganismos un día dijeran que han filtrado suficiente agua y que es mejor para ellos salir a la tierra a ver qué tal les va… ¿Qué le pasaría al acuario? Todo el sistema colapsaría y en pocos día no habría peces viviendo ni plantas y los microorganismos que decidieron irse se morirían en pocos minutos por la falta de las condiciones que para ellos son vitales. Los efectos serían evidentemente dramáticos.

Está claro que el culpable de todo esto no es ni el propósito ni su creador, más bien el orgullo que lleva los microbios a pensar y creer que son superiores a todo lo demás. Siguiendo esta línea junto con el egocentrismo que les impide ver otra cosa que sus interés, van caminando sin ver y ni entender nada, en un camino de muerte y destrucción para el entorno y para ellos mismos.


Ahora, trasladando esto a nosotros, los seres humanos, podemos ver como hoy en día muchos de estos efectos los podemos observar concretamente en nuestra sociedad decadente. Por ejemplo con el divorcio, con el aborto, con las drogas, con el maltrato, con la exclusión social, con la confusión sexual, en los abusos o en la violencia doméstica, en el la rebeldía juvenil, en los desordenes alimentarios, etc.

Aquí en el centro, donde tengo el honor de vivir con mi familia, somos testigos de cómo estás situaciones son realmente devastadoras para quien las está viviendo y para todo su entorno. Pero también tenemos el honor y el privilegio de poder afirmar con certeza absoluta que ¡Si hay una solución!


Creo que, aunque estemos viviendo mal y arruinando nuestra vida y la de los demás, no es que estemos viviendo sin propósito, por mucho que nos lo parezca, simplemente estamos bajo otro propósito que no es el propósito para el cual fuimos creados. Este otro propósito es el de la maldad y del pecado que todos conocemos por los efectos destructivos que se manifiestan desde el primer momento que estoy bajo sus direcciones. Al Igual que una célula cancerígena que se ha corrompido y empieza a reproducirse descontroladamente ya no somos capaces de hacer el bien que queremos si no el mal que no queremos. Pero aún así hay una única solución que tiene poder para arreglar todo y la clave es la obediencia.


En la obediencia a mi Creador hallaré plenitud, libertad y gozo

Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.

Mateo 7:24-27


Viendo todo esto podemos sin duda alguna decir que el propósito de Dios con el cual nos creó no tiene fallos y tampoco Dios se ha equivocado. Necesito escoger y obedecer todo lo que está en el propósito de vida eterna y del bien por encima del propósito de muerte y del mal.


En Juan 3:16-17, Jesús nos dice que el propósito de Dios es que todos los seres humanos se salven. Él nos ama tanto que envió a su Hijo para que muriera por nuestros pecados. Dios no quiere que nadie se pierda, y nos ofrece el don de la salvación si aceptamos a Jesús como nuestro Salvador.


En Juan 14:15, Jesús nos dice que el propósito de Dios es que nosotros le amemos. Él nos mandó a su Hijo para que tengamos vida eterna, y el primer mandamiento es que le amemos a él con todo nuestro corazón, nuestra alma, nuestra mente y nuestras fuerzas.


Si escojo para mi vida el propósito que Dios ha preparado para mí, de vida eterna y de bien, todo cobrará sentido, desde filtrar el agua como un pequeño microorganismo hasta cualquier propósito que Dios haya escogido para cada una de nuestras vidas. En la obediencia a mi Creador hallaré plenitud, libertad y gozo, podré ser un instrumento de bien para mi entorno, tal y como Dios lo planeó desde el principio.




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