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  • Foto del escritorAdila Cabral

UN DIOS DE MISERICORDIA

El otro día me tocaba leer en la biblia el pasaje en el cual Dios le manda anunciar a Jonás la destrucción de Nínive por la maldad de las personas que allí vivían. Jonás intenta huir para no hacerlo pero al final obedece a Dios. Al escuchar el pueblo la sentencia de Dios contra ellos, empiezan a arrepentirse de sus pecados y a clamar a Dios por misericordia y se convierten de sus malos caminos (es exactamente lo que llamaríamos un avivamiento).


Entonces, Dios se compadece de ellos y decide darles otra oportunidad. Al ver la gracia de Dios, Jonás se enfada y dice que sabía que Él era un Dios misericordioso (pero no como algo bueno, sino como una queja). Al no entender el corazón de Dios, Jonás piensa que había sido en vano su entrega, pero nada más lejos de la realidad, Dios no quería destruir Nínive, Dios quería salvarles. Y fue justo lo que ocurrió. En ningún momento Dios quería darles mal, pero por su pecado y maldad se despertó en Él un deseo de justicia.


Estamos en unas fechas en la cuales la mayoría de la personas celebran el nacimiento de un niñito indefenso y parece que Jesús es así, pequeño, débil… de todo menos PODEROSO. Otras personas aprovechan la ocasión para decir que Dios es el culpable de todos sus males y de todo el mal que hay en la Tierra. Otros, al igual que yo antes, simplemente se dedican a dar rienda suelta a sus deseos corrompidos y les da igual la opinión de Dios al respecto. Pero Dios no es un Dios débil, no es ciego y mucho menos injusto. Simplemente está esperando para así darnos la oportunidad de volvernos a Él para no destruirnos, que sería lo justo. En apocalipsis dice que Dios está sentado en el trono y que


“el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda. Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas. Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios. Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás. El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando. Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.” (Apoc 4. 3-8)

En definitiva, nos deja ver a un Jesús muchas veces desconocido, nada que ver con el niñito débil que se nos ha mostrado tantas veces en estas fechas. Realmente es un Dios PODEROSO, SOBERANO, que podría destruir toda la humanidad y todo lo que esta conoce en un momento. Pero que lo único que le frena es su AMOR, incomprensible Amor!


En el último capítulo de Jonás Dios intenta que Jonás entienda Su corazón y le dice que tiene piedad de Nínive porque no saben distinguir entre su mano derecha e izquierda. Es como si al mirar a Nínive le despertara ternura en el corazón de Dios ¡Cuanta misericordia! Es inexplicable. Nos podría destruir y volver a hacer una humanidad completamente diferente ¡El es Dios! puede hacerlo todo. Pero eligió descargar toda Su ira en Su Hijo AMADO para darnos otra oportunidad.


Para ir acabando, yo podría estar toda mi vida intentando entender y explicar el amor de Dios, pero creo que ni tengo tanta conciencia de pecado, ni todo el entendimiento, revelación, o discernimiento que necesitaría para decir todo lo precioso, maravilloso, misericordioso y poderoso que es Dios.


Gracias Dios por tanta misericordia, gracias por tanta compasión, amor, perdón… de verdad Señor ¡No hay nadie como tú! Y gracias porque es un privilegio poder formar parte de ese pequeño remanente que Dios está levantando para mostrarle a esta Tierra de alguna manera un poco de ese amor. No soy digna de batallar al lado de ustedes.


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