Hace poco veía una película que hablaba de cómo una empresa cometía una ilegalidad que era difícil de demostrar y perjudicaba la salud de muchísimas personas. Entonces un bufete de abogados se reúnen para valorar si demandan o no a esta empresa, pero la mayoría no quieren verse involucrados en un tema así (por diferentes motivos: dañaría la imagen de la empresa, es muy difícil de comprobar, no les pagarían lo suficiente por el trabajo que requiere...).
Entonces el director de dicho bufete dijo unas palabras que me hicieron reflexionar:
"Por esto la gente odia a los abogados, deberíamos querer crucificar a esa empresa. Las empresas de nuestro país son mejores que esto y cuando no es así, deberíamos actuar. Esto genera fe en el sistema"
Pensaba acerca de cuántas veces cuando he tenido que hablar la verdad me he callado, cuántas veces había mentido para salirme con la mía, cuántas veces he buscado mi propio beneficio sin preguntarme qué consecuencias acarrearía para los demás, cuántas veces un tema me ha parecido complicado y he preferido no involucrarme aunque fuera muy beneficioso para otros, cuántas veces no he defendido la verdad por temor...
Muchas veces he sido un corrupto respecto de mis principios. Si hubierais visto esta película todos pensaríais que lo lógico es que esos abogados tomasen ese caso e hiciesen justicia. Es lo correcto, pensaríamos. ¿Pero cuántos estaríamos dispuestos a pagar el precio? ¿Cuántos estaríamos dispuestos a hacer lo justo, aunque eso fuese más costoso para nosotros?
Buscando la definición de una persona íntegra entre muchas acepciones dice: Una persona íntegra es aquella que siempre hace lo correcto, en quien se puede confiar. Me gustaría ser de esos hombres que realmente obran con justicia. Hacen lo correcto sin buscar algo a cambio, con el único aliciente de que es lo que corresponde hacer. Cuando somos íntegros, nos sentimos "obligados" en nuestro interior a hacer aquello que sabemos que tenemos que hacer.
Sí, por supuesto que podemos decidir hacerlo o no, pues no somos unas máquinas sin posibilidad de elección. Pero es ese sentir en el interior que nos impulsa hacer lo que debemos.
Hoy en día esta palabra de integridad no se utiliza mucho, pero si realmente cada uno fuéramos íntegros, nuestra sociedad sería muy diferente a la actual. ¿No te gustaría vivir rodeado de personas íntegras? ¿De personas que quieren tu bien?¿De personas que actúan con una verdadera justicia? ¡Pues, a quien no! Muchos podemos intentar, con mucho ímpetu, tomar las decisiones de nuestra vida conforme a esta integridad, pero con nuestras propias fuerzas es imposible. La única manera es a través de la gracia de Dios. Sí, sin la ayuda de Dios todo esto es una utopía. Podemos intentarlo de muchas maneras, pero si no somos primeramente nosotros transformados por y a través de su sacrificio, no existe una verdadera integridad en nosotros. Con ayuda de Dios y gracias a su salvación hoy tengo la oportunidad de poder hacer cada día lo que debo hacer y tomar las decisiones necesarias para hacer el bien a todos aquellos que me rodean.
GRACIAS JESÚS POR TU SALVACIÓN Y POR ESTA NUEVA VIDA.
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